dimecres, 13 de maig del 2020

LA TRISTA HISTÒRIA DE MALASANGRE

Juan Blay Navarro, cronista oficial d’Oliva des de 1956 fins a la seua mort en 1968, va ser mestre d’escola i autor del llibre Historia de la ciudad de Oliva, publicat en 1960. En aquesta obra conta breument les peripècies i desventura d’un xicon conegut pel malnom de Malasangre. He de dir que el nom em resulta familiar, però no sabria dir per què; potser fou protagonista d’alguna anècdota que em contara el meu avi. Juan Blay va creure convenient recordar el xaval en tractar sobre la història del nostre poble. Jo també ho crec, i considere oportú donar a conéixer el personatge transcrivint les paraules de Blay:

Mientras estaba en Oliva, allá por los años 1930, venía a mi escuela un niño de unos doce años, estúpido, y entraba en clase sonriendo, se sentaba en el estrado y cuando se cansaba, muy contento, se despedía. Marchaba a pedir dinero y comida, llevaba la cabeza rapada y pedía un «chavo» por dejarse pegar un puñetazo en la cabeza, habiendo desalmados que lo hacían; y cuando le parecía marchaba a merodear el campo a comer uvas, higos, etc.; y una de las veces le pilló la lluvia frente al Cementerio y entró y se puso dentro de un nicho. Como era bastante alto los pies le quedaban fuera. Al día siguiente el conserje del Campo Santo, al revisar y ver unos pies fuera, se asustó y llamó a grandes voces, y entonces salió el «Malasangre» y dijo el guardián: ¡Tú habías de ser!, y en contestación el chico paró la mano para el «chavo» y bajo la cabeza para recibir el coscorrón.

Este niño grandote era la antítesis de Sansón, mientras éste tenía la fuerza en los cabellos, «Malasangre» sin ellos vencía a los perros de presa y policías, que se los azuzaban, y éste tan pronto abrían la boca para morderle, lo cogía del garguero y caían muertos como heridos por un rayo.

El pobre muchacho en la revolución lo encerraron en la cárcel, y el muchacho empezó a gritar diciendo que tenía hambre, y al no callar, sin ningún miramiento, le impusieron silencio dándole un escopetazo, un majo de los milicianos. No cayó por la Patria, pues no tenía la luz de la razón para distinguirlo, pero dada su inocencia recobró la luz superior a la razón natural, pasando a la luz sobrenatural divina y eterna.

El mestre i cronista Juan Blay Navarro
 
 
 
 
Font:
Juan BLAY NAVARRO, Documentos y datos para la historia de la ciudad de Oliva, ECIR, València, 1960.

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